Pedí otra botella de cerveza porque la anterior había
sido poco suficiente, y tenía envuelto en ella el sabor de un viejo recuerdo.
Me quedé mirando hacia un punto fijo, desde un rincón de eso, que yo denominaba
“La Caverna”, por su llamativa estructura. Todo el mundo daba un paso para
aquí, todo el mundo daba un paso para allá, pero yo prefería observar y
perderme en esa acción. Quería ser destacable desde mi lugar, pero se me hacía
imposible por tanta vergüenza acumulada.
Si volvemos un poco hacia atrás, notarás que, a causa
de no animarme a saludarte (por más que ya me conocías de algún “hola”
emitido en clase), te pasé por al lado alrededor de cuatro veces: dos veces
mirándote de perfil y las dos restantes de adelante y de atrás. Nada, ni una
señal, ni registro de mi existencia como ser humano.
De repente, te veo bailando tu ritmo favorito con uno
de mis amigos. Me concentro en lo que mis ojos presencian, una chica rubia
llena de rizos, de camisa blanca, y sonrisa sincera, provocando que entre en un
estado de shock y molestia extrema, a tal punto, que comienzo a bailar, para
ver si eso genera algún cambio en tu persona.
Entendí que el baile no era lo mío, que la impresión
tenía que pasar por otro lado, que ser uno mismo no bastaba porque eras muy
exigente y muy demandante a la vez, haciendo que la desesperación me gane. A
causa de tener una misión imposible sobre la espalda, la diversión se tornó mi
nueva misión, pero claro, no te podía sacar los ojos de encima, y mucho menos,
si sonreías como si no hubiese un mañana. Teniendo el objetivo, ya entre ceja y
ceja, decido pedir mi primera cerveza de la noche, con la idea de enlazar un
poco de mi alcohol en vos, pero finalmente me rechazas la invitación con una
mirada tan fría y asquerosa, que termino diciéndome a mí mismo “deja de hacer
el tonto, y empieza a hacer otra cosa”.
Con el primer embace terminado, ordeno a los gritos
otro bien frío, y me coloco en una esquina de la jaula musical. En ese momento,
el gusto de la bebida estuvo más amargo de lo normal, nada me venía bien, nada
me hacía sentir mejor, todo era un Déjà vu, un viejo recuerdo, una noche de Enero tan fría, como
tu reacción ante mi serenata pura y llena de amor.
Parece que actuamos de una manera que después no es la real, porque las primeras impresiones hacen mucho, conoce a esa persona primero y luego ya podrás opinar de ella
ResponderEliminarHola guapo :) paso a decirte que encontre tu blog por casualidad y me ha gustado mucho. Tienes una seguidora aqui, me pasare muy a menudo :)))
ResponderEliminarbonita entrada ♥
Aunque suene a cliché, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Muchas mujeres se dan cuenta de los sentimientos que tienen hacia ellas, pero se hacen las tontas, y sin que ellos se enteren, hacen que sigan ahi. Ni para ellas ni para otras.
ResponderEliminarLo gracioso de esta entrada, es que terminé ganando el amor de la mujer descripta.
EliminarLa parte mala es que yo vivo en Argentina, y ella es de España, pero todavía sigue estudiando en Inglaterra, lugar dónde está situana la redacción.
Entonces ojala puedan estar juntos, realmente juntos.
EliminarPues nada, aprovechar, como dice Eros Ramazzotti " Una emoción para siempre"
ResponderEliminar